La Habana, 16 nov (Prensa Latina) Figura mítica del fútbol mundial, el argentino Diego Armando Maradona colmó toda una época de recuerdos imborrables y atesorados, con el mayor de los celos, por millones de aficionados que en el más lejano rincón del planeta deliran con la sola mención de su nombre.
La «Mano de Dios», el «gol del siglo», su elección como mejor jugador de todos los tiempos, y hasta el título de Maestro inspirador de sueños, de la Universidad de Oxford, convirtieron al «Diez» en verdadero icono del más popular de los deportes.
Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en el sur del Gran Buenos Aires, en Villa Fiorito, «un barrio privado de agua, de pan, de carne», según gusta decir; pero también donde fue libre como en ningún otro lugar y dio sus pasos iniciales en el fútbol con un plus importante, «porque jugando en la villa te late más fuerte el corazón».
Quizás por eso sea «Pelusa» el apodo que más le guste de todos cuantos le han puesto; porque lo devuelve a su infancia en Fiorito, a los arcos de caña y aquel equipo Cebollitas en el cual comenzó a eslabonar una cadena que lo llevó a la más alta cumbre del balompié mundial.
Argentinos Juniors fue el primer escalón en su vertiginoso ascenso. Allí debutó el 20 de octubre de 1976 en el Campeonato Metropolitano y casi un mes después, el 14 de noviembre, le marcó sus dos primeros goles a San Lorenzo.
Menos de un año demoró en debutar con la selección nacional en un partido contra Hungría, disputado el 27 de febrero de 1977, y en el cual estuvo en la apenas unos minutos.
La proclamación, dos años después, como campeón del Mundial Juvenil fue la antesala de la llegada a Boca Juniors de Maradona, que de ahí siguió rumbo al Barcelona español, con el cual jugó 39 partidos y fue el máximo goleador del plantel con 27 tantos.
Después (1984), inició su paso por el Nápoles italiano, con el cual conquistó la Copa Italia, la Copa EUFA y la Supercopa Italiana; tras jugar 259 partidos y anotar 115 goles.
Fue en medio de su aventura italiana, cuando logró su verdadera consagración: el título de la Copa Mundial de México 1986, donde, además, anotó dos dianas célebres: «el gol del siglo» y la «Mano de Dios».
Ese día, el 22 de junio de 1986, y en un encuentro de cuartos de final frente a Inglaterra, el «Pibe de Oro» burló al gigante cancerbero inglés Peter Shilton, pero, por si fuera poco, cuatro minutos más tarde un endemoniado Maradona terminó una cabalgata sublime sobre el pasto verde, al esquivar rivales con cada toque sutil al balón.
El «Pelusa» recorrió 60 metros en apenas 10 segundos, desbancó a los seis jugadores ingleses que se interpusieron en su travesía y tocó suavemente la redonda ante la salida de Shilton para sellar un 2-1 histórico en favor de la Argentina.
En 1986, luego del título del orbe, Maradona fue seleccionado el Mejor Deportista de América Latina y el Caribe en la encuesta anual de Prensa Latina y eso motivó su primer viaje a Cuba, donde años después residió temporalmente para tratar su adicción a las drogas.
Los problemas del «Diego» comenzaron a principios de la década de 1990, cuando dio positivo en una prueba antidopaje en Italia en 1991, motivo por el cual fue suspendido por 15 meses e investigado por una presunta supuesta relación con la mafia.
En medio del Mundial de 1994 en Estados Unidos, dio positivo por el uso de sustancias prohibidas tras un partido ante Nigeria y vio frustrada su ilusión. Tres años después, el 30 de octubre de 1997, anunció su retiro, que se hizo efectivo.
Empero, en noviembre de 2008 volvió a las canchas, pero entonces como director técnico de la selección argentina, inmersa por entonces en una floja campaña por las eliminatorias mundialistas.
Maradona -quien sólo había tenido un breve tránsito como adiestrador por los clubes Mandiyú y Racing en los ´90, sin éxito alguno- logró clasificar al equipo para el Mundial de Sudáfrica 2010 y lo llevó hasta la fase de cuartos de final.
Allí, al caer derrotados ante Alemania por goleada (0-4), se aceleró su salida del plantel, una decisión que él mismo reconoció le había llenado de tristeza al quebrarle la ilusión de poder conducir a un equipo de jóvenes con un futuro inmenso.
Una crisis cardiaca, problemas respiratorios y del corazón, y una severa hepatitis, pusieron en más de una ocasión en riesgo la vida del «Diez», quien sobrevivió milagrosamente a cada una de esas afecciones, como hace unos días, el 3 de noviembre, fue operado con éxito de un hematoma en la cabeza.
Antes, después de someterse a una intervención quirúrgica para bajar 40 kilogramos de peso, un renovado «Pelusa» devino estrella de la televisión al conducir el programa «La noche del 10», que rompió récords de audiencia en Argentina.
Cerca de su natal Villa Fiorito, Maradona celebró el último 30 de octubre su 60 cumpleaños, a pesar del confinamiento a causa de la Covid-19 o los achaques de salud, porque su genio rebelde y bromista no cede espacio y su figura siempre trae al recuerdo la inefable «Mano de Dios».
«Sueño con hacerle otro gol a los ingleses, con la mano derecha esta vez», bromeó en una entrevista con la revista France Football, quien es ahora entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata, en la principal Liga de fútbol argentina.
Mientras se recupera de la última operación, al «Diego» se le respeta y se le quiere, por su zurda maravillosa, su talento en la creación, su incomparable habilidad para cambiar el ritmo de juego, su manera jocosa, irreverente, a veces, ingeniosas las más, de definir las cosas.
«Llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana», definió alguna vez el «Diego», para quien «Ganarle a River es como que tu mamá te venga a despertar con un beso a la mañana».